

Contra los bulos, información veraz, rigurosa, contrastada y, ante todo, científica
• Gran parte de las noticias falsas que se difunden en plataformas digitales tienen que ver con los alimentos. En Fruit Attraction cinco expertos charlan sobre la importancia de frenar la desinformación La ciencia como herramienta para frenar las fake news alimentarias
¿Dónde está el conocimiento científico? ¿Es comprensible para quien lo recibe? El Fruit Forum del Pabellón 4 de Fruit Attraction ha reunido a cinco expertos para responder estas y muchas otras cuestiones alrededor de los bulos alimentarios. ¿Quién está detrás de su creación y su rápida difusión?
Son los científicos quienes trabajan día a día para frenar los bulos que otras personas crean. Luis Matías es Bioquímico y a través de Big Bang Ciencia lucha por un objetivo: “dar información contra la pseudociencia y los bulos”. En esta materia los Medios de Comunicación tienen un papel fundamental. César Marcos, periodista agroalimentario, asegura que “con la explosión de Internet, no sabemos dónde está el conocimiento científico”. Según los datos que maneja, “se estima que 7 de cada 10 bulos que corren por Internet son alimenticios”. Y añade además que “los españoles somos los europeos que más nos creemos las noticias falsas”. Son los periodistas de la mano de los científicos quienes deben ir contra la desinformación.
En representación de los consumidores, Antonio López, Director de Comunicación y Portavoz de CECUMadrid, ha hablado sobre el papel de las nuevas plataformas digitales. Asegura que tanto el periodista como el medio han de estar comprometidos para dar una información correcta y respetuosa. Son los intereses publicitarios los que, en muchas ocasiones, provocan la pérdida de rigor en los datos. Asegura que “lo complicado es deslindar lo falso de lo real”.
Los ponentes coinciden en que la mayor red de difusión de bulos es WhatsApp. A través de los grupos de esta red, sus miembros están permanentemente compartiendo datos que, en muchas ocasiones, ni están contrastados ni son científicos. Rosa Porcel, Bióloga e Investigadora del Instituto de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad, asegura que los bulos le llegan a través de sus familiares más cercanos. Ellos no tienen formación científica y ella se encarga de desmentir lo que no es verídico. El problema en muchos casos es que la información científica es sumamente compleja y no hay nadie capaz de traducirla a un lenguaje popular.
En esta línea trabaja Joaquín Rey, presidente de la Asociación “5 al día”. “Nosotros tratamos de traducir el lenguaje científico a algo más lúdico y divertido”. En lo referente a la alimentación cree que gran parte del problema reside en que desde pequeños los niños no reciben educación nutricional y cuando crecen son receptores de información falsa que creen veraz.
César Marcos hace hincapié en la falta de especialización en agricultura dentro de los medios. “Hay intereses creados que atacan al sistema de sanidad vegetal”. El periodista pone el ejemplo de un tomate en el que se ha puesto insecticida. “Habría que comer 21.000 tomates al día para intoxicarse”. Añade la importancia de transmitir que la seguridad alimentaria existe.
En esa misma línea, Rosa Porcel, reflexiona acerca de lo que los medios publican sobre determinados informes. Utiliza el ejemplo de un documento en el que se expone que se han detectado niveles altos de pesticidas en fresas. “Cuando miro el informe nunca se ve que esos niveles altos están muy por debajo de la cantidad permitida. Lo que comemos es completamente seguro y pasa unos controles más que exhaustivos”. Por su parte, Antonio López, remarca que “en la Unión Europea la seguridad sanitaria es altísima; no es perfecta, pero sí segura”. Añade la escasez de información rigurosa y en la que confiar. “Cuando lees en una etiqueta un componente químico quizá no compras ese producto”.
Hablamos de la denominada “quimiofobia”, el miedo a todo lo que no sea natural. Luis Matías recalca que “los pesticidas se utilizan como medicina para las plantas. Que salga un nivel alto no quiere decir que el alimento no sea seguro. Un treinta por ciento de la producción se perdería si no se utilizaran”.
Para Rosa Porcel, la presencia, por ejemplo, de conservantes en los productos es fundamental. “Si no se tratan los alimentos, hay riesgo de intoxicación. Todos los productos ecológicos están tratados con insecticidas que no son químicos sino naturales, pero eso no quiere decir que sean mejores para la salud”.
Dentro del sector de los productos ecológicos, César Marcos insiste en que aquí “el marketing ha ganado”. “La agricultura ecológica tiene su nicho y la convencional, también. El esfuerzo que están haciendo los agricultores convencionales tiene que llegar a la opinión pública”.
Por último, desde AEPLA, la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas, hacen un llamamiento para que toda la información se construya en base a la ciencia.