Para responder a esta y a otras preguntas, hemos entrevistado a la doctora Laura Rodríguez Alcalá, la experta en medicina del sueño más joven de nuestro país.
Aunque hasta hace bien poco existía la creencia de que la única función conocida del sueño era curar la somnolencia, tal y como ironizó Robert Stickgold en un artículo de la revista New Yorker, lo cierto es que tanto este profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard como sus colegas investigadores del sueño no paran de demostrar, mediante variados y completos estudios, que este proceso fisiológico –más allá de ser un fenómeno natural– es de vital importancia para la salud integral de los seres humanos.
Según la neurociencia, el sueño nos permite procesar, consolidar y retener nuevos recuerdos y habilidades, por no hablar de su influencia en numerosos procesos biológicos. Funciones (metabólicas, del sistema inmunitario…) que podrían empezar a fallar si no se duerme lo suficiente. De ahí que en la actualidad el insomnio haya comenzado a ser tratado como lo que es… pero ¿qué es?
¿Qué es el insomnio?
“El insomnio es un problema de salud de enorme magnitud. La resistencia a la hora de dormir, el retraso del inicio del sueño y los despertares nocturnos son muy comunes y tienen un impacto significativo en la calidad de vida. Para que sea considerado un verdadero trastorno, debe aparecer cuando las circunstancias sean favorables y existan consecuencias diurnas, como la fatiga, excesiva somnolencia diurna, problemas de concentración, irritabilidad, déficit de memora o atención”, explica la doctora Laura Rodríguez Alcalá, del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Quirónsalud Marbella.
Se considera crónico cuando el insomnio persiste durante tres meses o más y agudo cuando su duración es inferior a tres meses, prosigue la especialista –la más joven de nuestro país– en medicina del sueño, quien aprovecha para aclarar que esta dificultad para iniciar y/o mantener el sueño no se acrecienta necesariamente con el paso de los años, ya que independiente de los factores externos que pueden afectar al descanso nocturno (épocas de mayor estrés, cambios horarios por el trabajo a turnos, el uso nocturno de dispositivos electrónicos), el ciclo vigilia-sueño cambia en función de la edad de las personas.
La dificultad para iniciar y/o mantener el sueño no aumenta necesariamente con el paso de los años; aunque el ciclo vigilia-sueño cambia en función de la edad de las personas.
“El neonato duerme aproximadamente 16 horas y presenta sueño NREM (sueño ondas lentas) y REM (sueño de movimientos oculares rápido). Durante la primera década el porcentaje de sueño REM cae y el tiempo de inicio del primer REM (latencia REM) aumenta; los jóvenes de 15 a 25 años tienden fisiológicamente a dormir tarde y levantarse tarde (fase retardada del sueño). Un adulto joven dedica 7-8 horas al descanso nocturno y duerme el 85-90% de ese tiempo. Conforme avanzamos en edad, el porcentaje de sueño de ondas lentas comienza a caer y así continúa hasta la vejez, donde se agregan despertares frecuentes, la latencia REM se acorta, existiendo una reducción total del sueño”, detalla la experta.
Trastornos relacionados con el insomnio
La privación del sueño es una situación clínica más frecuente de lo que pensamos y, en palabras de la doctora Rodríguez, se caracterizada por la queja subjetiva de un sueño no satisfactorio en calidad o duración, junto con una alteración del funcionamiento diurno (capacidad de pensar con claridad, reaccionar con rapidez y crear recuerdos). También afecta el estado de ánimo, contribuye a la irritabilidad, los problemas de relación (en especial en niños y adolescentes) y la depresión, y puede aumentar la ansiedad.
“El insomnio es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades metabólicas, como, por ejemplo, la diabetes, presión arterial elevada, enfermedad cardiovascular, psiquiátricas como la depresión y mayor riesgo de desarrollar demencia”, advierte la integrante del equipo de Otorrinolaringología de los hospitales Quirónsalud Marbella y Campo de Gibraltar, liderados por los doctores Carlos O’Connor Reina y Juan Carlos Casado Morente.
Por todos estos motivos, se trata de un problema que, además de deteriorar la calidad de vida de los pacientes que lo padecen, tiene importantes consecuencias sanitarias y económicas. El insomnio provoca más visitas a los servicios sanitarios, más consumo de fármacos y mayor absentismo laboral, con la consiguiente reducción de la productividad (e incluso siniestralidad laboral).
Detección y tratamiento
La detección del insomnio es fundamental para empezar a tratar el problema cuanto antes. Con este fin existen servicios especializados en la evaluación clínica y diagnóstica de aquellos pacientes con alteraciones relacionadas con el sueño (alteraciones respiratorias, ronquidos, excesivos despertares nocturnos, movimientos anormales, etc.) o de sus manifestaciones diurnas (excesiva somnolencia diurna, cefaleas, etc.). Son las llamadas unidades del sueño, compuestas por un equipo multidisciplinar de especialistas en neumología, neurofisiología, medicina interna, neurología, otorrinolaringología y medicina de familia, entre otros.
Los tratamientos dependen del tipo de trastorno del sueño que padezca cada paciente. No obstante, entre los más aceptados, según Laura Rodríguez Alcalá, se encuentran los fármacos para dormir, los suplementos de melatonina, los medicamentos para cualquier problema médico subyacente (depresión o ansiedad), los protectores dentales (para el bruxismo) y los dispositivos respiratorios.
La detección del insomnio es fundamental para empezar a tratar el problema cuanto antes.
La cirugía puede llegar a ser necesaria a la hora de tratar el síndrome de apnea obstructiva del sueño (AOS). “Es el que más morbimortalidad tiene por causa cardiovascular y enfermedad cerebrovascular. Se caracteriza por interrupciones repetidas de la respiración (apneas) superiores a los diez segundos”, puntualiza la especialista. ¿Cómo realizar un correcto diagnóstico? Se suelen realizar estudios de sueño mediante polisomnografía (PSG) o poligrafía respiratoria domiciliaria.
“Un estudio polisomnográfico nocturno consiste en el registro nocturno simultáneo de variables neurofisiológicas (actividad cerebral, muscular, etc.) y cardiorrespiratorias, que permiten evaluar la cantidad y calidad del sueño, así como identificar los diferentes eventos cardiacos, respiratorios, motores… y la repercusión que estos tienen en el sueño. La poligrafía respiratoria domiciliaria es una prueba utilizada para el estudio de variables respiratorias y cardiacas (ritmo respiratorio, ritmo cardiaco…), para diagnosticar el síndrome de apnea–hipopnea del sueño”, precisa la única otorrinolaringóloga de Andalucía acreditada en medicina del sueño.
Medidas de higiene del sueño, por la doctora Rodríguez
- Hábitos diurnos: mantener una misma rutina de sueño, realizar ejercicio físico durante el día (evitando la noche), evitar las siestas, eliminar el consumo de sustancias que afectan al sueño, como alcohol, cafeína y nicotina, sobre todo por la tarde-noche.
- Condiciones que promueven el dormir: permanecer en la cama únicamente el tiempo necesario, ir a la cama solo cuando se tenga sueño, no ir a la cama con hambre o sed o después de comer o beber demasiado, mantener el dormitorio a oscuras y en silencio con una temperatura adecuada, evitar la televisión en la cama y desconectar de las tensiones del día a día. También es útil efectuar antes de cenar un repaso de las actividades pendientes.
- Si no puede dormir rápidamente… levantarse de la cama, realizar algo relajante y no regresar hasta que se esté somnoliento. “Una mala noche la tenemos todos ocasionalmente, hay que intentar no preocuparse por ello”, concluye la experta.