

Adolfo Villafines: “En un pueblo lo más importante es conseguir agrupar un buen equipo de trabajadores”
El panadero cree que la clave para ser popular es hacer las cosas bien, formarse para estar al día y tener un personal de tienda bien informado
Adolfo Villafines, Miga de Oro Galicia 2021, es el propietario de La Pintora, una panadería y pastelería familiar centenaria ubicada en Nigrán (Pontevedra), un pueblo costero de cerca de 4.000 habitantes.
Creció en la casa donde está el obrador, y durante años compatibilizó su trabajó en la panadería con la fisioterapia y la educación física. Actualmente está dedicado de pleno a La Pintora.
1.- ¿Qué ventajas e inconvenientes supone para un panadero trabajar en un entorno rural?
Después de casi 140 años en este mismo enclave, en la carretera principal que comunica Vigo-Nigrán con Baiona, La Pintora está en un lugar estratégico para los 32.000 habitantes que residen entre los dos municipios. Todo son ventajas a la hora de tener un negocio en un pueblo tan próximo a una gran ciudad como es Vigo. El único inconveniente que se me ocurre es que si queremos lanzar nuevos retos orientados a tendencias como el veganismo, sin sal, sin gluten, vegetarianismo… estamos limitados, ya que no hay tanta clientela interesada como si estuviéramos en una capital.
2.- ¿Cuáles son las claves para ser popular y atraer a la gente de otras poblaciones cercanas?
Hacer las cosas lo mejor posible, seguir formándonos para estar al día y un personal de tienda con la información necesaria para presentar bien el producto. El hecho de tener un gran equipo nos hace crecer y ser una empresa viva, transmitir al cliente que tenemos ganas de Navidad, Pascua, Carnaval, etc. Y, además, tenemos la ilusión de ofrecer los productos más tradicionales, pero también los más atrevidos e innovadores en todas estas fiestas. Las redes sociales nos ayudan como vía de transmisión; son una herramienta que actualmente no se debe ignorar.
3.- ¿Tener un establecimiento en un pueblo costero obliga a ajustar gastos y adaptarse a los gustos de una clientela muy concreta? ¿O, por el contrario, permite ser creativo y experimentar?
Los Ayuntamientos de Nigrán y Baiona, en su temporada alta de julio y agosto incrementan el triple de su población. La Pintora, como panadería de barrio, se debe a todos los clientes del año, al vecino y a los habitantes de los alrededores. Por todo ello, el enfoque en producción siempre está pensado para la población de todo el año, ajustándonos a sus gustos y con precios razonables. Cierto es que los turistas llegan con ganas de probar nuestros panes y postres, pero demandan mucho más nuestros productos tradicionales que los innovadores. Las tartas de Santiago, las empanadas y las bollas de Pan Gallego son de los artículos más solicitados por los turistas.
4.- ¿El hecho de no estar en una gran ciudad te ocasiona algún problema a la hora de que te lleguen todos los productos que necesitas? ¿Tienes que hacer más pedidos o con mayor antelación?
Para nada, hoy en día no supone ningún inconveniente, los proveedores con los que trabajamos son de total confianza y son ellos los que se preocupan de que no nos falte nada.
5.- ¿Factores como el clima influyen en el funcionamiento normal de la panadería?
Ahora mismo, si se va la luz por un rayo, que es lo más grave, se reestablece en un par de horas. Son momentos de cierto apuro, pero ocurre muy de vez en cuando.
6.- ¿Qué mensaje darías a todos aquellos compañeros de oficio que quieren instalarse en un pueblo, pero no acaban de dar el paso?
Sin duda, lo más importante es conseguir agrupar un buen equipo de trabajadores, ya que éstos son los eslabones fundamentales de cualquier negocio para hacer las cosas bien de verdad. Cuando el personal humano está listo para embarcarse en un nuevo proyecto, ya podemos pensar en montar una panadería, sea donde sea, el resto es inversión monetaria.
La parte humana de ventas es en la que nos tenemos que centrar. Los dependientes juegan un papel importantísimo y en un pueblo aún más; el respeto, la humildad y la franqueza es uno de nuestras premisas detrás del mostrador. El cliente, cuando se siente a gusto, es capaz de desplazarse muchos kilómetros para venir a buscar el pan y sus postres favoritos.