

El baúl de los recuerdos: 15 objetos cotidianos que solo los de la EGB reconocemos

Para quienes estudiamos en la época de la Educación General Básica, los objetos del día a día dejan de ser meras herramientas escolares para convertirse en auténticas cápsulas del tiempo.
Cada estuche repleto de bolígrafos de colores, cada goma de borrar con su fragancia característica y cada sacapuntas metálico evocan un universo de sensaciones: el tacto del pupitre, el rumor de la tiza en la pizarra y los recreos compartidos bajo la vigilancia atenta de los maestros. Este artículo recorre ese pequeño desfile de objetos icónicos: desde el clásico estuche de doble piso hasta el inseparable walkman.
La cápsula del tiempo para aquellos que fuimos EGB
En España, la Educación General Básica (EGB) moldeó a toda una generación que hoy comparte una nostálgica mirada hacia el pasado.
Los objetos cotidianos utilizados durante esos años, desde los sacapuntas metálicos hasta el mítico walkman, actúan como vehículos que nos trasladan a aulas de pupitres y tizas, a recreos interminables y cuadernos siempre llenos de tareas. Aquello que parece hoy propio de un museo de material escolar fue entonces parte esencial de nuestra vida diaria. Este repaso de 15 elementos intenta rescatar esa memoria colectiva, ese curioso vínculo que todavía se activa cuando vemos. Todos ellos hablan de una época en la que la educación y la ilusión iban de la mano, en la que cada material formaba parte de nuestra identidad y, a su modo, nos acompañaba fuera del colegio.
Qué significa #YoFuiAEGB
En redes sociales, el hashtag #YoFuiAEGB se ha convertido en un símbolo generacional. Representa la añoranza por un sistema educativo que priorizaba la atención personalizada, las actividades manuales y el contacto directo con los maestros. Es decir, un modo de aprender que aún suscita debate, entre quienes lo ven como un periodo de disciplina y creatividad, y quienes lo recuerdan como una fase rígida y desfasada. Sin embargo, el nexo común es el sentimiento de comunidad, el orgullo de haber compartido un tiempo que, para muchos, marcó el inicio de un aprendizaje emocional y vivido.
Antes de continuar, Nostalgia Milenial Fest es el festival de los que fuimos EGB, vimos películas como el Titanic o vivimos el boom de los tazos. Contará con artistas como Carlos Baute, Safri Duo, Fran Perea o King África, entre otros. No pierdas la oportunidad de volver a verlos.
El desfile de los más icónicos. Objetos que marcaron nuestra EGB
A continuación, presentamos los quince elementos que definieron la infancia de quienes cursaron la EGB, ejemplificando paso a paso esa conexión entre el pasado y las emociones actuales:
El estuche de doble piso (o triple). El tesoro de la clase
El estuche escolar es recordado con cariño por su practicidad y capacidad para albergar todo el material necesario. Hay dos modelos: el de varios pisos rígidos para organizar colores, gomas, reglas y sacapuntas, y el tipo bolsa más flexible, donde todo iba mezclado. Ambos permitían personalizar el contenido y, en muchas ocasiones, escondían pequeños tesoros, desde chuches hasta notas entre amigos.
La goma de borrar Milan Nata 620. El aroma inconfundible
La goma Milan Nata 620 ofrecía una textura resistente y una fragancia dulce que acompañó a muchas generaciones. Su durabilidad la convirtió en la "mejor" del mercado escolar, y su olor sigue presente en la memoria olfativa de muchos.
El sacapuntas de metal con depósito (o el de la cuchilla al aire). Arte en miniatura
El sacapuntas metálico con depósito era habitual en muchas aulas. Su robustez y eficiencia pasaban la prueba del tiempo. Su alternativa artesanal, el sacapuntas de cuchilla vista, requería habilidad y paciencia, transformando una tarea anual en una rutina casi artística.
Los rotuladores Carioca y Faber-Castell. El arcoíris en nuestro pupitre
En plástica y subrayado, los rotuladores Carioca y Faber-Castell destacaban por su amplia gama de colores intensos. Su versatilidad era un sello de identidad: dominar el fucsia o el verde esmeralda generaba cierta “envidia de estuche” entre los compañeros.
Los cuadernos Rubio. La pesadilla (o bendición) del verano
Los cuadernos Rubio se encontraban en el punto de encuentro entre estudio y entretenimiento. Sus ejercicios de grafomotricidad, matemáticas y dictados eran el ritual veraniego. Completarlos era sinónimo de responsabilidad, aunque para muchos eran una verdadera cruz.
La pizarra Velleda (o la magia potagia). Dibujar y borrar sin límites
Las pizarras Velleda marcaron un antes y un después en el dibujo libre. Pintar y luego borrar lo escrito ofrecía una sensación inmediata de control y creatividad. En casa, la versión de bolsillo se convirtió en una herramienta habitual de entretenimiento y expresión.
Los bolígrafos BIC de varios colores. El comodín del estudiante
El clásico bolígrafo BIC se convirtió en un referente de escritura. Pero el modelo multicolor, con combinaciones de azul, rojo, verde e incluso rosa, elevaba el uso a una experiencia casi artística, convirtiéndose en un aliado cerebral para subrayar apuntes.
Las calculadoras Casio (y sus juegos ocultos). La tecnología en nuestras manos
Las calculadoras Casio científicas ofrecieron la posibilidad de resolver problemas complejos en clase. Pero su mayor atractivo eran los "easter eggs": juegos, rutinas de dibujo y algoritmos extra que los estudiantes descubrían como un tesoro oculto tecnológico.
La mochila de loneta (o de tu personaje favorito). Nuestra carga diaria
El transporte cotidiano de libros, estuches y bocadillos recaía sobre la mochila de loneta. Con versiones neutras o basadas en personajes populares, este objeto reflejaba no solo funcionalidad, sino también estilo y pertenencia.
El walkman. La banda sonora de nuestra vida
El walkman fue el primer dispositivo de música personal que muchos tuvieron. Insertar una cinta, colocar los auriculares, rebobinar con un bolígrafo… se creó así una experiencia íntima y memorable. Marcaba el ritmo de los viajes en autobús, los ratos de estudio y los momentos de pausa.
La agenda escolar. El confidente de nuestras vidas secretas
Más allá de sus funciones organizativas, la agenda funcionaba como diario. Registrando cumpleaños, chismes, y frases inspiradoras, se convertía en una cápsula emocional del día a día.
Las carpetas de anillas decoradas. El estilo en nuestro material
Las carpetas de anillas permitían organizar por asignatura y personalizar al gusto con recortes, fotos o dibujos. Abrir una carpeta decorada transmitía una sensación de control y orden que, para muchos, era parte de la identidad escolar.
El lápiz de colores Alpino. Un básico en cada estuche
Los lápices Alpino fueron comunes en pintura y dibujo por su buena calidad y resistencia. Su amplia oferta de colores permitía crear proyectos detallados y duraderos, tanto en casa como en la escuela.
Los sellos de goma (para marcar libros o cuadernos). Pequeños artilugios de identidad
Los sellos de goma servían para personalizar y marcar pertenencias. Su tinta colorida y sus diseños divertidos ofrecían un toque único y distintivo a las carpetas y cuadernos.
El compás de punta y lápiz. La herramienta de geometría más temida
El compás era sinónimo de ejercicios de geometría, pero también de un cierto temor: fallar el círculo perfecto podían costar décimas en el examen. Su sonido al ajustarse era casi marcial: una señal de inicio de sesión y concentración.
Más allá de ser herramientas escolares, estos quince objetos fueron piezas fundamentales en la construcción de memorias colectivas: definieron juegos, rutinas, expectativas y emociones. Representaban una sociedad donde se valoraba lo práctico, lo palpable y lo vivido.
Por último, la nostalgia a momentos pasados es normal y crece cuando llegan épocas como el verano y la Navidad. Descubre en nuestro blog las mejores del verano, de la historia.