La Silver Economy implica poner el foco, desde los poderes públicos y privados, en la longevidad. Ambos términos presentan grandes retos y oportunidades. También inseguridades e incertezas. Pero existen dos grandes desafíos centrales, a mi juicio: la sanidad y la cronicidad de enfermedades, por un lado, y las pensiones, por otro.
Estos retos, felizmente, tendrán, ojalá, un gran aliado en la tecnología. De una parte, la digitalización ayudará fuertemente en la gestión sanitaria (por ejemplo, la telemedicina y la inteligencia artificial aplicada a diagnóstico y monitoreo, entre otras); y, de otra, la productividad de la robótica generará un abaratamiento de productos y servicios, una suerte de low cost life con cierta calidad y capacidad de acceso a lo necesario, quiero creer.
El aspecto más relevante de la Silver Economy de la agenda 2030, por así decirlo, es la age tech, la aplicación de la digitalización a la longevidad. Y paradójicamente, la pandemia, tan cruenta con los sénior, va a resultar beneficiosa para acelerar los procesos de digitalización de los sectores socio-sanitarios, hospitalarios, etc. Los medical devices y age gadgets se han acelerado de una manera imprevisible hace dos años. La innovación es clave para mejorar la vida de los mayores, cuya fragilidad y miserias se han puesto en el epicentro a causa de la COVID-19. Conectividad, sensórica, robótica, plataformas… son palabras en boca de todos, y con razón.
La digitalización ayudará en la gestión sanitaria y la productividad de la robótica generará un abaratamiento de productos y servicios.
Es verdad que, en torno a los 75 años, sigue habiendo una brecha digital: tendremos que ofrecer productos y aparatos usables. Centrados, de verdad, en el mayor; diseñados para, pero con el mayor. Fáciles de usar, no complicados, útiles, sencillos, amigables, adaptados, a veces, a las menores capacidades cognitivas y motoras.
Hay que combatir la brecha digital con formación, vía la colaboración público-privada, en interés de todos. El sénior será un gran consumidor digital, si le decimos cómo. Desconocer el funcionamiento, no tener acceso por motivos económicos, no poder usar la tecnología porque no contempla las particularidades del cuerpo sénior (vista, tacto, oído, etc.) son las causas de una brecha que irá atenuándose.
¿Qué soluciones tecnológicas ya existen?
Dice Adolfo Ramírez, “digitalízate o desaparece”. Y es así. La age tech presenta unas enormes oportunidades de negocio, de emprendimiento, de colaboración privada-privada y de colaboración pública-privada. Veamos:
- La teleasistencia, la telemedicina y los telecuidados. Ya está aquí la teleasistencia de cuarta generación, más integradora, que permite el monitoreo, combate la soledad, propicia el encuentro intergeneracional, es predictiva y proactiva. Se sustenta en el mix de varias tecnologías: IoT, sensórica (con sensores), biometría, inteligencia artificial y big data. Es el presente. En España, la herramienta Silvia (de la empresa española Future Space) permite hacer matching entre personas afines para combatir la soledad y permite detectar el estado de ánimo del mayor al hacer el monitoreo cotidiano. Permite detectar sucesos antes de que ocurran.
- La hospitalización domiciliaria. El mayor está más cómodo en su casa, monitorizado por doctores que se apoyan en tecnologías. Algunos ejemplos son portales de apps de servicios sanitarios y asistenciales o gafas inteligentes que permiten a los doctores visualizar en profundidad la realidad del sénior.
- Soluciones específicas para servicios de ayuda a domicilio (SAD), que permiten trabajar la estimulación cognitiva, detectar alertas o trabajar el alzhéimer.
- Asistencia virtual por voz, dispositivos localizadores, con botón del pánico y gps.
- Pulseras biométricas por doquier, auténticas computadoras de monitoreo 24/7 y grandes aliadas de la salud.
- ¿Y la robótica? Nobu, Nuka, Pronto la oferta de mascotas robóticas inundará el mercado con la promesa de helpers (ayudantes) para los sénior, que ¡dan cariño y compañía!, pero también ayudan a recordar cuándo tomar el medicamento, detectan si hay una caída o movimiento brusco en el entorno, peligros diversos y avisan a los humanos para que, raudos, acudan al rescate del sénior.

Vanguardia para el envejecimiento
Estamos ante una revolución: la del cuidado inteligente. El humano aumentado, digamos, el doctor o el cuidador reforzados por la inteligencia artificial, aumentados en sus capacidades. Personas que miman a personas apoyados en la tecnología digital. Como dice Isaac Chocrón: “La age tech se está convirtiendo en el próximo mercado de vanguardia. La buena noticia es que este boom del envejecimiento está sucediendo en el mejor momento posible, porque la tecnología nunca había sido mejor y el envejecimiento ha mejorado significativamente gracias a ella”, señala. “Para los emprendedores que deseen crear nuevas empresas que resuelvan problemas reales hay fondos disponibles, solo hay que saber dónde buscar”, añade.
La tecnología es un gran aliado del ser humano. Pero no la sustituye en el cuidado de las personas mayores.
Sociedad digital, sociedad longeva; la mezcla es age tech. Pero con cuidado, como pronosticaba Moravec “es relativamente fácil conseguir que los ordenadores muestren capacidades similares a las de un humano adulto en un test de inteligencia o a la hora de jugar a las damas, y muy difícil lograr que adquieran las habilidades perceptivas y motoras de un bebé”.
La pandemia nos ha demostrado cómo las personas mayores necesitan más que nunca cuidados y atenciones. Y aún no hay robots fisioterapeutas que sepan acariciar, cambiar pañales, ni tampoco escuchar con empatía como necesitan nuestros mayores. Así que, ojo, la tecnología es un gran aliado del ser humano. Pero no la sustituye en el cuidado de las personas mayores.
Juan Carlos Alcaide es CEO de The Silver Economy Company y conferenciante de Thinking Heads. Autor de ‘Silver Economy. Mayores de 65: el nuevo target’ (LID Editorial, 2020).