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08 febrero 2022

Con Las Cosas De Comer No Se Juega

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Víctor Yuste Jordán - Director General de Foro Interalimentario

La industria cárnica es el cuarto sector industrial de nuestro país, con grupos empresariales consolidados en todo el territorio nacional, teniendo muy buenas cifras como 2,32 del PIB total español, una alta empleabilidad y unas exportaciones de 3,2 millones de toneladas entre carnes, despojos y productos elaborados de todo tipo en 2020. Todo ello sustentado por distintos modelos de producción ganaderos que han evolucionado a unas prácticas, profesionalidad y eficiencia de primer nivel.

Con las cosas de comer no se juega y dada la importancia económica y social del sector, debemos evitar caer en la división del sector y seguir remando todos juntos hacia una misma dirección, ya que todos los modelos de producción que hay en este país son legales, están reconocidos y cada uno, en su ámbito, aplica de la mejor manera posible, buenas prácticas y los códigos pertinentes.

Sembrar la polémica en torno a los alimentos no es la mejor receta para evolucionar y mejorar, cada uno está, en el uso de su libertad, ser libre para opinar y tomar las decisiones en su ámbito de competencia profesional, pero se requiere responsabilidad y asumir las consecuencias de sus actos, teniendo en cuenta que sus decisiones puede afectar gravemente a la actividad ganadera que se desarrolla en España.

Todas las iniciativas y decisiones en materia agroalimentaria deben ser tomadas con base en el rigor científico y la ciencia, y no en populismos o criterios subjetivos y personalistas.

Hoy en día y en nuestro sector, la importancia de la comunicación es esencial, por lo que os animo a ser altavoces, cada uno en su ámbito de actuación, para defender sin fisuras el sector agroalimentario, hay en juego magnitudes de riqueza, de empleo, el desarrollo rural, la España vaciada, la cultura, la gastronomía y la antropología humana.

No es posible que sigamos en esta situación. Pongámonos las pilas de manera positiva y con la resiliencia que caracteriza al sector, saldremos reforzados, evolucionados y empoderados mediáticamente.

En la sociedad de la comunicación omnicanal no podemos olvidarnos del cuidado que debemos poner en la imagen y los mensajes que recibe el consumidor, él es el objetivo de todos y cada uno de los eslabones de la cadena agroalimentaria y al que tenemos que satisfacer sus hábitos y tendencias alimentaria. “Nos toca ir contracorriente” pero sin salirnos de nuestro camino, cumpliendo con la responsabilidad de garantizar el abastecimiento alimentario a la sociedad.

La actual situación del sector es compleja en cuanto al reto de la sostenibilidad (económica, social y medioambiental) debido a la mala e irreal imagen que se está transmitiendo. En primer lugar, este sector es el más implicado e interesado en cuidado del medio ambiente ya que es su medio de vida, pero hay que ser consciente que la primera sostenibilidad que se debe alcanzar es la económica y para cada uno de los eslabones.

Debemos garantizar la sostenibilidad económica de cada uno de los eslabones empezando por el más débil, el sector primario, agricultores, ganaderos y pescadores, porque de ellos provienen los alimentos que transforma la industria y que la distribución pone al alcance de los ciudadanos.

Durante los duros meses de confinamiento en España, hemos visto como todo el sector, trabajando en una eficiente cadena, ha sido capaz de suministrar los alimentos, no quiero pensar que hubiera pasado si esto no se hubiera garantizado. Sin caer en la autarquía, quizá hemos sido más conscientes de la importancia de la soberanía alimentaria española, productos de cercanía y producciones propias, dependiente lo menos posible de otros países.

Las políticas y estrategias alimentarias, respetando las distintas ideologías y sensibilidades, deben estar alineadas con las políticas de producción agrarias. No debemos ir por caminos distintos porque el enfrentamiento y la polémica será permanente. Si algo necesita el sector agroalimentario es tranquilidad, seguridad jurídica y que le dejen trabajar, aplicando los máximos estándares de seguridad alimentaria, medioambientales, competitividad e innovación.

Tenemos en España los mayores y más exigentes estándares de seguridad alimentaria del mundo, inspectores en salud pública y sanidad animal y vegetal que verifican todos y cada uno de los aspectos y parámetros de nuestras producciones, tenemos unas certificaciones en bienestar animal, impuestas por el propio sector y más exigentes que la propia normativa española y europea, que es auditado por organismos independientes y, aun así, recibimos críticas.

Algo está fallando, algo no estamos haciendo bien, pero lo que es seguro es que el sector agroalimentario no se cansará de trabajar, evolucionar e innovar para seguir produciendo alimentos sanos, seguros y de calidad.