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Consejos para mejorar tu capacidad de influencia y liderazgo

Decía el sexto presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams, que “si tus acciones inspiran a otros a soñar más, a aprender más, a hacer más y a ser más, eres un líder”. Espero que con esta definición de liderazgo entiendas que todos, en algún momento de nuestra vida, tenemos que actuar como líderes. A veces tendremos que liderar en nuestra familia, en nuestra escuela, en nuestro grupo de amigos o en nuestro trabajo, y por eso este artículo no solo es relevante para ejecutivos con docenas de personas a su cargo. El liderazgo no va de ostentar títulos, o acumular posiciones, se trata de hacer que tu vida, tus conocimientos y la interacción que tienes con otros influyan positivamente sobre ellos para hacerlos mejores personas, y que, como grupo, confiando en tu autoridad, trabajen para alcanzar una meta común juntos. 

El trabajo del líder no es sencillo. Lo difícil es encontrar los balances adecuados. Parafraseando el texto de Jim Rohn, hay que ser fuertes pero no groseros, ser amables pero no débiles, reflexivos pero no perezosos, tener confianza en nosotros mismos pero no ser arrogantes y ser humildes pero sin pecar de timidez. Un trabajo de titanes para el que nunca se está totalmente preparado. Por ello me he permitido recopilar una serie de consejos que espero encuentres interesantes para mejorar tu capacidad de liderazgo e influencia 

1. Conócete a ti mismo y compórtate de forma auténtica 

La primera labor de un líder es conocerse a sí mismo. Tener identificadas de forma muy honesta sus fortalezas y sus debilidades. Debes continuar trabajando sobre tus fortalezas para maximizarlas. También hay que detectar tus áreas de mejora y encontrar alguien dentro del grupo que pueda complementarte realizando con gran calidad lo que tú haces solo de forma mediocre. Recuerda: los grandes líderes no se definen por ser personas perfectas, sino por la presencia de fortalezas claras y por la transparencia con la que comunican a su equipo las áreas en las que necesitan refuerzo. 

Conocerte a ti mismo te permitirá encontrar una organización que comparta tus valores y te permita desarrollarte con plenitud. No se puede liderar en un lugar en el que no puedes ser tú mismo. 

Para lograr que tu grupo confíe en ti tendrás que actuar con autenticidad. Hay que empezar por hacer el esfuerzo de decir lo que crees y piensas con honestidad. Necesitamos alinear los valores y principios que predicamos con nuestro comportamiento para ser realmente quien decimos que somos. Si un líder predica una cosa y hace otra, por muy bien que hable, habrá perdido la confianza de su equipo y este no le seguirá. 

2. Dirige a las personas con excelencia 

A veces nos encontramos tan ocupados intentando terminar el trabajo que se nos ha encargado que olvidamos involucrar a las personas de nuestro equipo. El mejor líder es aquél que conoce a las personas de su equipo, les asigna tareas para las que están perfectamente capacitados, les explica en detalle los objetivos que se quieren obtener con las tareas a realizar y cuál es el propósito final de estas acciones. El verdadero líder empodera suficientemente a su equipo dándoles el espacio y la formación suficiente para tener éxito. No le digas a tus colaboradores cómo hacer las cosas, explícales qué objetivos deben cumplirse y pídeles que te sorprendan positivamente con sus resultados cada vez que te reúnas con ellos para ver cómo va el proyecto. 

Observa a cada persona de tu grupo mientras realiza su trabajo y en su relación con sus compañeros, y tómate el tiempo de compartir esas observaciones con ellos, alabando y celebrando el trabajo bien hecho y pidiéndoles que realicen un plan de corrección para las áreas donde necesiten mejorar. 

3. Pon los intereses generales sobre los tuyos propios 

Nadie va a seguirte a ninguna parte si creen que estás actuando solo en tu propio interés. Las personas que te acompañan tienen que sentirse escuchadas, valoradas, comprendidas y tener la confianza de que estás persiguiendo el interés general. No pienses en “yo”, piensa en “nosotros”, y cómo maximizar al equipo.  

4. Lidera con empatía 

La investigación ha demostrado que la capacidad de reconocer y entender las emociones de los demás es la habilidad que más contribuye a crear relaciones positivas e impulsar la consecución de resultados.  

Los líderes deben ponerse en la piel de cada persona del equipo para entender qué es lo que piensan y sienten en cada momento. Pero no basta con entender a la persona, hay que preguntarles directamente sobre sus preocupaciones y expectativas y escuchar las respuestas que nos dan. Actuar con empatía es comprender cuáles son los problemas de nuestro colaborador y ofrecerse a ayudar, es apreciar el punto de vista del otro, considerar las perspectivas de cada miembro del equipo, debatir con honestidad, sin arrogancias ni prejuicios, y encontrar mejores soluciones que ayuden a lograr el éxito para todos. Como asegura el dicho popular, es posible que las personas no recuerden lo que dijiste, pero recordarán siempre cómo los hiciste sentir. 

5. Prepárate para tomar riesgos  

No propongo aquí que no seamos prudentes, sino que no dejemos que el miedo al fracaso nos haga que desistamos de realizar las acciones que creemos necesarias. Si queremos conseguir las metas propuestas deberemos tomar riesgos calculados, crear planes de mitigación y ser audaces y diligentes en la ejecución. 

6. Continúa formándote permanentemente para mantenerte competente 

El mundo está en continuo cambio y evolución. Nuestros colaboradores mejoran cada día. Si queremos seguir siendo percibidos como líderes tendremos que demostrarles que estamos al día de esos cambios, que queremos ser la mejor versión de nosotros mismos para ponerla a su disposición, deberemos poder probar que tenemos las capacidades técnicas por las que se nos contrató totalmente actualizadas y que somos realmente capaces de realizar con excelencia el trabajo que se nos ha encomendado.  

7. Tómate tiempo para cuidarte y ser feliz 

A veces intentamos ser perfectos, no defraudar a nadie, solucionar todos los problemas y nos olvidamos de nosotros mismos. Trabajamos hasta la extenuación, no comemos apropiadamente, no dormimos lo suficiente, no tomamos tiempo para reflexionar sobre lo que nos está pasando y sobre lo que sentimos con respecto a lo que nos pasa. En definitiva, realizamos un esfuerzo máximo de forma muy continuado y acabamos “rotos”. Sin salud, deprimidos o estresados, alterados emocionalmente nos convertimos en una persona que debe dejar el proyecto porque ya no le quedan fuerzas. El liderazgo es una carrera de larga distancia, no un sprint, y por ello deberemos tomar el tiempo de cuidar nuestra salud física y emocional.  

Simplificándolo mucho, para tener éxito como líder no solo debes tener una visión de los objetivos que debe conseguir el grupo y trabajar con mucho foco y determinación, también tendrás que ganarte la confianza de tu equipo siendo autentico, empático y capaz. Bienvenido a la aventura del liderazgo. 

Rosa María García es Licenciada en Ciencias Matemáticas y consejera.

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