12 febrero 2025

Misterios Mayas: descubre lugares secretos de México en tu próximo viaje

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México es un país lleno de enigmas y maravillas, y pocos legados son tan fascinantes como el de la civilización maya.

Más allá de los destinos turísticos más conocidos, existen antiguas ciudades escondidas entre la selva, templos olvidados y mitos que aún resuenan en la cultura actual. Estas estructuras no solo son vestigios de un pasado glorioso, sino también portales hacia un mundo donde la astronomía, la religión y la naturaleza se entrelazan en un misterio sin resolver.

Si eres un viajero en busca de experiencias únicas, prepárate para adentrarte en los secretos mejor guardados de los mayas. En este recorrido, descubrirás rincones te permitirán no solo admirar su grandeza arquitectónica, sino también conectar con un legado que sigue vivo en el corazón de México.

La cultura e historia de los mayas

Dónde se ubica la cultura maya geográficamente

La civilización maya se desarrolló en la región de Mesoamérica, abarcando un extenso territorio que hoy comprende el sureste de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. En México, la presencia maya se concentra principalmente en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, donde aún se conservan numerosas ciudades antiguas que reflejan su grandeza. Esta cultura floreció en diversos ecosistemas, desde las selvas densas del Petén guatemalteco hasta las tierras áridas de la Península de Yucatán, lo que influyó en sus sistemas de construcción, agricultura y comercio.

La civilización maya se dividía en tres grandes regiones geográficas:

  • Las tierras bajas del norte: caracterizadas por ciudades como Uxmal y Chichén Itzá.
  • Las tierras bajas del sur: donde se encontraban urbes monumentales como Tikal, Calakmul y Yaxchilán.
  • Las tierras altas: ubicadas en las montañas de Guatemala y Honduras, donde florecieron centros de poder como Copán y Kaminaljuyú.

A través de rutas comerciales bien establecidas, los mayas intercambiaban bienes como jade, obsidiana, cacao y textiles, conectando las diferentes regiones y fomentando su desarrollo cultural.

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Características principales de la cultura maya

La cultura maya se destacó por sus notables avances en diversos ámbitos, como la escritura, la arquitectura, la astronomía y las matemáticas. Su sistema de escritura jeroglífica fue el más desarrollado de Mesoamérica, compuesto por cientos de glifos que representaban sonidos, palabras y conceptos. Gracias a este sistema, los mayas dejaron registros detallados en códices, estelas de piedra y cerámica, donde narraban sus historias dinásticas, rituales religiosos y eventos astronómicos.

En matemáticas, introdujeron el concepto del cero siglos antes que en otras civilizaciones, lo que les permitió desarrollar un sistema numérico vigesimal altamente eficiente. Además, sus conocimientos astronómicos eran tan precisos que lograron calcular con exactitud los ciclos lunares, los eclipses solares y el movimiento de los planetas, lo que se reflejaba en la alineación de sus templos con eventos celestes. Su calendario sagrado Tzolk’in, compuesto por 260 días, y el Haab, de 365 días, les permitieron predecir fenómenos naturales y organizar sus festividades religiosas con gran exactitud.

La arquitectura maya es otro de los legados más impresionantes de esta civilización, caracterizada por la construcción de pirámides escalonadas, palacios, templos y observatorios astronómicos. Utilizando piedra caliza y técnicas avanzadas, edificaron majestuosas ciudades como Tikal, Palenque, Calakmul y Chichén Itzá, muchas de las cuales aún se conservan en pie. Su estilo arquitectónico variaba según la región, destacando la ornamentación detallada de la arquitectura Puuc en Uxmal y Labná, los grandes mascarones de estuco en el estilo Petén y las imponentes acrópolis fortificadas de la zona del Usumacinta.

La religión de los mayas

La religión también jugaba un papel fundamental en la vida cotidiana de los mayas, quienes adoraban a múltiples dioses relacionados con la naturaleza, como Chaac, dios de la lluvia; Itzamná, dios creador; Kukulkán, la serpiente emplumada; y Ah Puch, señor de la muerte. Realizaban ceremonias y sacrificios para mantener el equilibrio del universo, muchas de ellas en cenotes y cuevas, consideradas entradas al inframundo.

Su sociedad estaba altamente jerarquizada, con gobernantes divinos que ostentaban el poder, sacerdotes encargados de los rituales y astrónomos que interpretaban el cielo para guiar las decisiones de los líderes. Gracias a esta combinación de conocimientos científicos, creencias espirituales y habilidades artísticas, la civilización maya dejó un legado que aún asombra al mundo moderno.

El esplendor de la civilización maya

El esplendor de la civilización maya alcanzó su máximo apogeo durante el Período Clásico (250-900 d.C.), cuando sus grandes ciudades-estado florecieron con majestuosos templos, impresionantes pirámides y un avanzado sistema de escritura. Durante esta época, ciudades como Tikal, Calakmul, Palenque y Copán se convirtieron en centros de poder político, religioso y cultural, con gobernantes que ostentaban el título de K’uhul Ajaw (Señor Divino) y eran considerados intermediarios entre los dioses y el pueblo.

El mundo Maya hoy: presencia y legado

Hoy en día, el mundo maya sigue vivo no solo a través de sus impresionantes ruinas arqueológicas, sino también en las costumbres, lenguas y tradiciones de los pueblos indígenas que habitan la región mesoamericana. En México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, millones de personas descienden de los antiguos mayas y mantienen viva su herencia cultural.

En el sureste de México, por ejemplo, es común escuchar el idioma maya yucateco en comunidades de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, mientras que en Guatemala existen más de 20 lenguas mayas activas, como el k'iche', q'eqchi' y mam. Estas lenguas, transmitidas de generación en generación, forman parte de una identidad cultural que ha resistido siglos de cambios, desde la colonización española hasta la globalización actual. Las tradiciones también se preservan en festividades, vestimenta y gastronomía, con platillos como el pib (mucbipollo), los tamales, el atole y el chocolate, que ya eran consumidos por sus ancestros. Además, en muchas comunidades aún se practican ceremonias ancestrales en honor a la naturaleza y los dioses, especialmente en lugares sagrados como los cenotes, cuevas y montañas, considerados portales espirituales según la cosmovisión maya.

El legado maya también es evidente en la ciencia y el turismo, donde sus conocimientos y monumentos continúan fascinando al mundo. Sus avances en astronomía y matemáticas siguen siendo objeto de estudio por expertos, quienes aún buscan descifrar completamente su sistema de escritura y los secretos de su calendario. En cuanto al turismo, zonas arqueológicas como Chichén Itzá, Uxmal, Palenque y Tikal atraen a miles de visitantes cada año, convirtiéndose en una fuente de ingresos y empleo para las comunidades locales. Sin embargo, más allá de los sitios más conocidos, existen muchas otras ciudades mayas ocultas en la selva, como Calakmul, Yaxchilán y Bonampak, donde aún se pueden encontrar vestigios casi intactos de esta gran civilización.

Las pirámides mayas: reflejos del cosmos en la tierra

Las pirámides mayas no solo fueron construcciones monumentales, sino también representaciones físicas de su profunda conexión con el cosmos. Estas estructuras eran concebidas como montañas sagradas, puntos de enlace entre la tierra, el cielo y el inframundo, reflejando la visión que los mayas tenían del universo.

Muchas pirámides estaban alineadas con eventos astronómicos clave, como los equinoccios y solsticios, lo que demuestra su avanzado conocimiento del movimiento de los astros. Un ejemplo impresionante es la pirámide de Kukulkán en Chichén Itzá, donde, durante los equinoccios, la luz del sol proyecta sombras en las escaleras que crean la ilusión de una serpiente descendiendo, un fenómeno relacionado con el dios Kukulkán.

En Uxmal, Edzná y Palenque, los templos también fueron diseñados con precisión para marcar la posición del sol en fechas específicas, lo que permitía a los sacerdotes astrónomos predecir las estaciones y regular los ciclos agrícolas. Más que simples edificaciones, las pirámides eran centros ceremoniales donde se realizaban rituales, sacrificios y ofrendas para mantener el equilibrio del cosmos y la conexión con los dioses.

Cada pirámide tenía un propósito simbólico y funcional dentro de su ciudad. Algunas, como El Templo de las Inscripciones en Palenque, servían como tumbas para los gobernantes, en este caso, la del rey Pakal, cuyo sarcófago contenía intrincadas inscripciones sobre su viaje al inframundo.

Otras, como la pirámide de Nohoch Mul en Cobá, cumplían funciones de observatorio, permitiendo a los mayas estudiar los astros desde su cima. En la ciudad de Calakmul, sus dos enormes pirámides dominan el paisaje selvático, mostrando el poder e influencia de esta metrópoli durante el Período Clásico. Además, las pirámides mayas no eran estáticas; muchas fueron ampliadas y reconstruidas a lo largo de los siglos, con nuevas capas que cubrían estructuras más antiguas, reflejando la continuidad de su tradición arquitectónica y espiritual.

Viaja y descubre sitios arqueológicos mayas y sus leyendas

Bonampak: la ciudad de los murales vivientes

Oculta en la selva lacandona de Chiapas, Bonampak es una joya del mundo maya, famosa por sus impresionantes murales que han resistido el paso del tiempo y ofrecen una ventana única a la vida y rituales de esta antigua civilización. A diferencia de otras ciudades mayas, donde las inscripciones talladas en piedra narran la historia de sus gobernantes, en Bonampak los mayas plasmaron su legado en vibrantes pinturas que decoran las paredes del Templo de las Pinturas.

Descubiertos en 1946, estos murales datan del siglo VIII y muestran escenas de guerra, sacrificios, danzas y ceremonias reales con un nivel de detalle y colorido sin precedentes en el arte mesoamericano. En sus tres cámaras, es posible ver a nobles ataviados con elaborados tocados de plumas, guerreros capturando prisioneros y músicos tocando tambores y trompetas, evidenciando la riqueza cultural y militar de Bonampak. Estas pinturas, además de revelar la importancia de la guerra y los rituales en la sociedad maya, demuestran que esta ciudad estaba fuertemente vinculada con Yaxchilán, un poderoso centro político de la época.

Labná: el arco hacia el inframundo

En lo profundo de la región Puuc, en el estado de Yucatán, se encuentra Labná, una antigua ciudad maya cuyo nombre significa "Casa Vieja" y que es famosa por su imponente arco ceremonial, considerado una de las estructuras más bellas de la arquitectura maya. Este arco, finamente decorado con patrones geométricos y figuras simbólicas, no era una simple entrada, sino un portal que representaba el tránsito entre el mundo terrenal y el Xibalbá, el inframundo maya.

En la cosmovisión de esta civilización, los arcos y pasadizos tenían un profundo significado espiritual, simbolizando el viaje de las almas y la conexión con los dioses. Labná formaba parte de una red de ciudades de la región Puuc, junto con Uxmal, Kabah y Sayil, y su arquitectura refleja el refinado estilo característico de la zona, con edificios adornados con mosaicos de piedra, mascarones del dios de la lluvia Chaac y frisos con figuras mitológicas.

Aunque no fue una metrópoli tan grande como otras urbes mayas, su importancia ritual y estética la convierten en un sitio arqueológico único. Caminar por Labná es adentrarse en un lugar donde lo sagrado y lo terrenal se entrelazan, donde cada piedra cuenta una historia de esplendor, creencias y el misterio de una civilización que veía el universo como un ciclo eterno de vida, muerte y renacimiento.

Yaxchilán: entre la niebla y el río

Escondida en la selva chiapaneca y bañada por las aguas del río Usumacinta, Yaxchilán es una de las ciudades mayas más enigmáticas y espectaculares, envuelta en una atmósfera mística donde la naturaleza y la historia se entrelazan. Su nombre, que significa "Piedras Verdes", hace honor a los templos y estelas cubiertos de musgo y humedad, que emergen entre la niebla matutina como vestigios de un pasado glorioso.

Yaxchilán fue una de las ciudades más poderosas del Período Clásico, rivalizando con grandes urbes como Palenque y Tikal, y su legado se encuentra plasmado en las inscripciones jeroglíficas de sus templos y dinteles, donde se narran las gestas de sus gobernantes, en especial Escudo Jaguar II, quien llevó a la ciudad a su máximo esplendor en el siglo VIII. Su ubicación estratégica junto al río le permitió controlar rutas comerciales clave y fortalecer su influencia en la región, convirtiéndola en un centro de poder, cultura y rituales sagrados.

Uno de los aspectos más fascinantes de Yaxchilán es su estrecha relación con la religión y el mundo espiritual de los mayas. En sus templos se realizaban rituales de autosacrificio, en los que los gobernantes perforaban sus lenguas o genitales con espinas de mantarraya para ofrendar su sangre a los dioses y comunicarse con sus ancestros.

Este tipo de prácticas están representadas en los dinteles de piedra que decoran los templos, con escenas de reyes y reinas en estados de trance invocando a las divinidades. Además, la ciudad está diseñada de manera que sus estructuras principales, como la Gran Acrópolis y el Templo 33, ofrecen vistas impresionantes del río Usumacinta, reforzando su conexión con la naturaleza y el cosmos.

Calakmul: la ciudad de las dos pirámides

En el corazón de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, en Campeche, yace una de las ciudades mayas más impresionantes y enigmáticas: Calakmul, cuyo nombre significa "Ciudad de las Dos Pirámides".

Oculta entre la densa selva y aún parcialmente cubierta por la vegetación, Calakmul fue una de las potencias más importantes del Período Clásico, rivalizando con Tikal en una lucha por el dominio de la región maya. Su inmensidad es sobrecogedora: abarca más de 70 kilómetros cuadrados y cuenta con más de 6.000 estructuras, entre las que destacan sus dos colosales pirámides. La más alta, la Estructura II, se eleva a más de 50 metros de altura, convirtiéndose en una de las pirámides más grandes de toda Mesoamérica. Subir a su cima es una experiencia inolvidable, ya que permite contemplar un océano verde interminable de selva virgen, un paisaje que ha permanecido casi intacto desde los tiempos de los antiguos mayas.

Durante su apogeo, Calakmul fue la sede de la poderosa Dinastía Kaan, también conocida como la "Dinastía de la Serpiente", cuyos gobernantes extendieron su influencia a decenas de ciudades y mantuvieron una feroz competencia con Tikal por el control político y comercial del mundo maya.

En su vasto territorio se han encontrado más de 120 estelas con inscripciones jeroglíficas que relatan la historia de sus gobernantes y sus conquistas. Estas estelas muestran la importancia del linaje y la guerra en la política maya, reflejando una historia de alianzas, traiciones y enfrentamientos con otras ciudades.

Además, su ubicación dentro de la reserva ecológica hace que sea un refugio para la fauna silvestre, donde es posible avistar monos aulladores, jaguares y tucanes, agregando un aire de misterio y magia al recorrido. Calakmul no es solo un vestigio del pasado, sino un lugar donde la historia, la naturaleza y la aventura se funden en una experiencia inolvidable.

Ek Balam: el misterio del jaguar negro

En lo profundo de la selva yucateca, Ek Balam, que en maya significa "Jaguar Negro", es una de las ciudades más fascinantes y misteriosas de la civilización maya. A diferencia de otros sitios arqueológicos más conocidos, Ek Balam ha sido menos explorada, lo que le otorga un aire de secreto y asombro.

Su estructura más imponente es la Acrópolis, un majestuoso templo de más de 30 metros de altura, en cuyo interior se encontró la tumba de un gobernante llamado Ukit Kan Lek Tok', uno de los soberanos más importantes de la ciudad. Lo más impresionante de la Acrópolis es su decoración en estuco, que ha permanecido increíblemente bien conservada a lo largo de los siglos. Entre sus relieves destacan figuras de guerreros alados y una imponente boca con colmillos que representa la entrada al inframundo maya, lo que refuerza la conexión de Ek Balam con el mundo espiritual. Esta metrópoli alcanzó su esplendor entre los siglos VIII y X, rivalizando con otras ciudades como Chichén Itzá y Cobá, aunque por razones desconocidas fue abandonada antes de la llegada de los españoles.

En Ek Balam se pueden apreciar influencias únicas en sus construcciones, lo que sugiere que fue habitada por una élite con conocimientos avanzados en arte y arquitectura. Además, su ubicación estratégica cerca de cenotes sagrados refuerza la teoría de que fue un importante centro religioso. En la cosmovisión maya, el jaguar representaba la fuerza, el poder y la conexión con el inframundo, por lo que el nombre de la ciudad sugiere que pudo haber sido un sitio dedicado al culto de esta majestuosa criatura.

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