Fecha de publicación
20 mayo 2025

Especies en peligro de extinción clasificadas por nivel de amenaza

Tiempo de lectura
8 min.
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La biodiversidad de nuestro planeta está sufriendo una crisis sin precedentes. Miles de especies se enfrentan a la desaparición, amenazadas por actividades humanas como la deforestación, la caza furtiva, el cambio climático y la contaminación.

Protegerlas no solo preserva la riqueza natural, sino que también mantiene el equilibrio de los ecosistemas de los cuales dependemos. En este artículo, analizaremos diversas especies clasificadas según su nivel de amenaza, desde las críticamente amenazadas hasta las vulnerables.

La amenaza de la extinción en muchas especies

La extinción representa la pérdida irreversible de una especie. Cuando una población cae a niveles tan bajos que ya no puede recuperarse por procesos naturales, esa especie atraviesa un umbral peligroso. Diversos organismos, desde mamíferos hasta reptiles y plantas, están hoy al borde del abismo. Comprender el significado de cada categoría de amenaza es clave para priorizar esfuerzos de conservación y asignar recursos de manera efectiva.

¿Qué significa estar en peligro de extinción?

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) define varias categorías de amenaza en su Lista Roja. Estas categorías reflejan el estado de conservación de cada especie:

  • Críticamente en peligro: especies que enfrentan un riesgo extremadamente alto de extinción en el medio silvestre.
  • En peligro: especies con un riesgo muy alto de extinción.
  • Vulnerables: aquellas con un alto riesgo de convertirse en especies en peligro si las circunstancias no mejoran.

Cada nivel implica criterios específicos basados en la reducción de población, la extensión geográfica y la calidad del hábitat. A continuación, describiremos ejemplos emblemáticos de cada categoría.

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1. Críticamente amenazadas

Las especies críticamente amenazadas se encuentran en el punto más cercano a la extinción. Sus poblaciones han disminuido drásticamente y continúan bajo severas presiones. Sin medidas urgentes, su desaparición es inminente.

Elefante africano

Los elefantes africanos (Loxodonta africana), reconocidos por su imponente tamaño y sus trompas versátiles, han sufrido una drástica reducción de población en las últimas décadas. Entre 2007 y 2016, se estima que per­dieron más de 30.000 individuos al año debido al tráfico ilegal de marfil.

Actualmente, se calcula que quedan alrededor de 415.000 ejemplares en África, pero la caza furtiva y la fragmentación de su hábitat continúan poniendo en peligro su futuro. Organizaciones como la African Wildlife Foundation trabajan para establecer corredores seguros y reforzar la vigilancia anti-caza furtiva.

Rinoceronte blanco

El rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) es otra víctima del comercio ilegal de cuernos. A mediados del siglo XX, la población se redujo a menos de 100 individuos. Gracias a programas de cría en cautividad y redes de patrullaje intensivo, ha aumentado a unas 18.000, pero la mayor parte de esta cifra corresponde al rinoceronte blanco meridional.

El rinoceronte blanco septentrional asciende hoy a tan solo dos hembras sobrevivientes, lo que lo convierte en funcionalmente extinto. La continuidad de la especie depende de tecnologías de reproducción asistida y de la protección constante de los últimos individuos.

Foca monje del Mediterráneo

La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) es una de las cuatro especies de foca monje existentes y la más rara. En el siglo XX, fue perseguida por pescadores y cazadores costeros, lo que redujo su población a menos de 100 ejemplares. Actualmente, se calcula que solo quedan entre 350 y 450 focas monje en el Mediterráneo oriental y el Atlántico nororiental. Programas de conservación se centran en la creación de reservas marinas, la monitorización por satélite y la sensibilización de comunidades locales para reducir las interacciones humanas negativas.

2. En Peligro

Las especies clasificadas como “en peligro” enfrentan un riesgo muy alto de extinción si las amenazas no se reducen de manera significativa. Sus poblaciones son más numerosas que las críticas, pero todavía alarmantemente bajas o en declive.

Tigre de bengala

El tigre de bengala (Panthera tigris tigris) es la subespecie más numerosa de tigre, con aproximadamente 2.500 ejemplares en la India, Bangladesh, Nepal y Bután. Sin embargo, enfrenta la pérdida de hábitat debido a la deforestación, la fragmentación de bosques y la caza furtiva para el comercio de sus partes corporales en la medicina tradicional.

Proyectos de conservación gubernamentales, como el “Proyecto Tigre” en India, han logrado aumentar la población desde la década de 1970, pero queda mucho por hacer para asegurar corredores biológicos que conecten sus áreas de reproducción.

Ballena jorobada

La ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) es conocida por sus desplazamientos épicos, saltos acrobáticos y complejos cánticos. Tras la caza comercial que diezmó sus poblaciones en el siglo XX, la caza está prohibida desde los años setenta, lo que permitió cierta recuperación. Se estima que la población global supera ahora los 80.000 individuos.

No obstante, aún sufren colisiones con buques, enredos en aparejos de pesca y el ruido oceánico que interfiere en su comunicación. Áreas marinas protegidas y regulaciones de tráfico naval son esenciales para su protección continua.

Tortuga boba

La tortuga boba (Caretta caretta) se distribuye en todos los océanos templados y tropicales. Pasa gran parte de su vida en alta mar, pero anida en playas específicas donde sus huevos son presa de depredadores y humanos que recogen huevos para consumo o comercio. Además, los juveniles sufren el consumo de plásticos y derrames de petróleo.

Se calcula que su población ha disminuido en más del 40% en tres generaciones. Programas de protección de playas, eliminación de redes fantasma y campañas de limpieza marina son algunas de las estrategias implementadas.

3. Vulnerables

Las especies vulnerables tienen un riesgo alto de convertirse en “en peligro” si no se mitigan las amenazas actuales. Aún conservan poblaciones más robustas que las de nivel superior, pero sus números están disminuyendo.

Lince ibérico

El lince ibérico (Lynx pardinus) es endémico de la península ibérica y fue considerado la especie de felino más amenazada del mundo. Gracias a un exitoso programa de cría y reintroducción, su población ha aumentado de menos de 100 ejemplares en 2002 a más de 1.100 en la actualidad. La mejora del hábitat, el control de enfermedades y el fomento de poblaciones de conejos, su principal presa, han sido clave. Aun así, permanece clasificado como vulnerable, dado que las poblaciones siguen fragmentadas y expuestas a atropellos y enfermedades.

Panda gigante

El panda gigante (Ailuropoda melanoleuca), icono de la conservación global, estuvo en peligro crítico hasta que programas de reserva de bambú y reforestación mejoraron su situación. Actualmente cuenta con más de 1.800 individuos en estado silvestre, principalmente en las montañas de Sichuan, Shaanxi y Gansu (China).

Aunque su estatus se ha rebajado a vulnerable, depende de bosques de bambú maduros que sufren extracción de madera y fragmentación. El cambio climático podría comprometer la disponibilidad de bambú, por lo que se están cultivando variedades resistentes y se crean corredores boscosos que conecten poblaciones aisladas.

Oso polar

El oso polar (Ursus maritimus) habita el Ártico y depende del hielo marino para cazar focas. El calentamiento global está reduciendo la extensión y grosor del hielo, obligándolos a recorrer mayores distancias y a pasar más tiempo en tierra, donde su supervivencia es menor. Aunque su población total se estima entre 20.000 y 25.000 individuos, las tendencias son a la baja en muchas regiones. La mitigación del cambio climático, la regulación de la industria petrolera y gasística en el Ártico y la investigación continua sobre sus movimientos y salud son medidas imprescindibles para su conservación.

La pérdida de cada especie supone una merma irreversible en la riqueza natural y el funcionamiento de los ecosistemas. Proteger la fauna y su hábitat es una tarea global que requiere cooperación internacional, políticas efectivas y compromiso ciudadano. Solo así podremos asegurar que generaciones futuras disfruten de la diversidad que hoy estamos a punto de perder.

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