

El agua de la piscina inactiva el virus Covid-19 en 30 segundos, según un nuevo estudio británico
Un estudio realizado por virólogos del Imperial College de Londres revela que el agua de la piscina puede inactivar el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, en solo 30 segundos en las condiciones adecuadas de tratamiento (niveles de cloro y pH). Por tanto, el riesgo de transmisión del coronavirus en el agua de la piscina es increíblemente bajo. Esta investigación se suma a otras ya publicadas en su momento que señalan que el principal riesgo de las piscinas debido al virus SARS-CoV-2 no es el agua, entre ellas el informe técnico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España.
El nuevo estudio británico sobre el agua de la piscina ha sido realizado por los virólogos e investigadores del Imperial College de Londres Wendy Barclay, Jonathan Brown y Maya Moshe, en un proyecto gestionado y promovido por otras entidades como Swim England, Water Babies y la Royal Life Saving Society UK. Los especialistas estudiaron el impacto de diferentes concentraciones de cloro y pH en el agua sobre el virus SARS-CoV-2, evaluando la cantidad de tiempo y contacto necesarios para inactivar el virus. Y la principal conclusión es que la posibilidad de contraer Covid-19 en el agua de la piscina es insignificante.
La investigación estableció que 1,5 mg por litro de cloro libre con un pH entre 7-7,2 reduce la infectividad del virus en más de 1.000 veces en 30 segundos. Pruebas adicionales de diferentes rangos de cloro libre y pH confirmaron que el cloro en el agua de la piscina era más efectivo con un pH más bajo, lo que está en línea con las pautas actuales para el buen funcionamiento de la piscina.
Según los expertos, “en estas condiciones seguras, podemos medir la capacidad del virus para infectar células, que es el primer paso en su transmisión. Al mezclar el virus con las muestras de agua de la piscina recibidas, pudimos demostrar que el virus no sobrevive en el agua de la piscina: ya no es infeccioso”. Y añaden que “eso, junto con el enorme factor de dilución del virus que podría llegar a una piscina de una persona infectada, sugiere que la posibilidad de contraer Covid-19 del agua de la piscina es insignificante”.
Estos hallazgos sugieren que el riesgo de transmisión del agua de la piscina es muy bajo y se suma a la evidencia de que las piscinas son entornos seguros si se toman las medidas adecuadas. Eso sí, conviene dejar claro que el agua de la piscina no puede curar a una persona que esté contagiada por Covid-19, ni tampoco previene el contagio al estar en contacto directo con las gotículas respiratorios en otro entorno. De ahí la necesidad de mantener la distancia entre las personas y el uso de mascarillas al estar fuera del agua.
Investigación en España
Recordamos que en España, el CSIC ya expuso en su ‘Informe sobre transmisión del SARS-CoV-2 en playas y piscinas’ (5 de mayo de 2020) que “en actividades recreativas, la infección por SARS-CoV-2 por contacto con el agua de condiciones estándar para el baño, es muy poco probable. Sin embargo, estas actividades generalmente implican una pérdida de las medidas recomendadas de distanciamiento social”. Y más en concreto para los espacios de piscinas y spas señalaba que “en piscinas y spa, en donde el uso de agentes desinfectantes está ampliamente implantado con el fin de evitar la contaminación microbiana de las aguas por la afluencia de usuarios, la concentración residual del agente de desinfección presente en el agua debería ser suficiente para la inactivación del virus”. En ese informe, el CSIC diferenciaba entre piscinas de verano y piscinas climatizadas cubiertas.
Para las piscinas de verano (abiertas), señalaba que “los métodos convencionales de tratamiento de agua que usan filtración y desinfección, como los de la mayoría de los sistemas municipales de agua potable, deben eliminar o inactivar el SERS-CoV-2. No hay evidencia de que el virus que causa COVID-19 pueda transmitirse a las personas a través del agua en piscinas, jacuzzis, spas o áreas de juego con agua. El funcionamiento y mantenimiento adecuados (incluida la desinfección con cloro o bromo) de estas instalaciones deberían inactivar el virus en el agua. Para garantizar la seguridad y la calidad del agua, los propietarios y operadores de piscinas comunitarias, jacuzzis, spas y áreas de juego con agua deben seguir la normativa actual. En cuanto al aire, la situación es similar a la que se puede dar en cualquier espacio abierto. Podría existir la posibilidad de una mayor producción de aerosoles por la proximidad con superficies del agua. Sin embargo, es de esperar que el sistema utilizado en la desinfección del agua de la piscina también actúe limitando la viabilidad de las posibles partículas virales en los aerosoles que puedan existir en las proximidades”.
Y para las piscinas cubiertas, detallaba que “en cuanto al agua, lo ya descrito para el caso de las piscinas abiertas aplica a las piscinas cubiertas ya que no hay diferencias significativas. Con respecto al aire, además de lo citado en la sección anterior, las recomendaciones vigentes para otros recintos cerrados y climatizados aplican para las piscinas cubiertas, por lo que debe tenerse en cuenta el Informe correspondiente realizado por el CSIC sobre presencia de SARS-CoV-2 en aire y posibilidades de su eliminación”.
Tras este informe, el Ministerio de Sanidad ya publicó sus ‘Recomendaciones para la apertura de la actividad en las piscinas tras la crisis de la COVID-19’ (14 de mayo de 2020), al igual que hicieron otras administraciones a nivel autonómico, supramunicipal o local. El sector profesional de la piscina ayudó a todas estas entidades y al resto de la cadena de valor que forman esta industria (gestores, mantenedores, instaladores...) con su trilogía ‘Protocolo Sectorial Piscinas Saludables’.
.