Las ferias de arte como escaparates del mercado
Dentro de todos los sectores que componen el mercado del arte encontramos un agente común: las ferias que, junto con las subastas, son parte de los eventos más carismáticos y representativos del sector.
Sin embargo, a diferencia de las subastas, las ferias tienen presencia en todos los sectores, sin que la cronología de las obras afecte a su celebración.
La Ley de Ferias de 1943 denominaba a estos eventos “ferias comerciales” o “certámenes” cuando tenían carácter público y periódico y su finalidad principal consistía en la exposición, demostración, difusión y oferta de bienes y servicios, para contribuir a su conocimiento y comercialización. En ellas, no se podían realizar venta directa con retirada de mercancías y su organización, debía correr a cargo de entidades legalmente constituidas, sin ánimo de lucro, y cuyo fin principal fuera realizar esta función.
La necesaria conectividad con los coleccionistas hace que la concentración de la oferta (expositores) y la demanda (visitantes) en estos certámenes fomente un mercado más dinámico y fuerte, con la ventaja añadida que da tener un espacio físico donde intercambiar información y disfrutar del arte. Las ferias funcionan como un gran escaparate en el que las empresas seleccionan productos de calidad, con la intención de atraer a un público cada vez más exigente y especializado. Para los expositores y profesionales del sector, las ferias suponen un punto de encuentro, una confluencia en un mismo espacio físico y temporal que conceptualmente responde a la definición de una reunión periódica, generalmente anual, donde interactúan los competidores al presentar y dar a conocer las novedades conseguidas.
Es evidente, que el fenómeno ferial ha sufrido una clara evolución, pasando de ser un lugar donde efectuar transacciones y relaciones comerciales en una fecha determinada, al concepto extendido en la actualidad, donde son reconocidos desde el punto de vista profesional, como esos eventos comerciales que se proyectan hacia una labor social con la promoción de obras y servicios de los expositores, al tiempo que dotan al visitante de un espacio de disfrute y aprendizaje donde conocer las tendencias del mercado. Sin embargo, esta evolución ha permitido mantener la esencia básica de las ferias, aún a pesar del paso del tiempo.
La globalización e internacionalización de los mercados y la economía ha fomentado la apertura a un comercio internacional más global en el que los sectores se unen para la celebración de ferias más relevantes y atractivas.
Las ferias de arte suponen hoy por hoy un escaparate para las empresas expositoras, ya que tras el espectacular crecimiento que ha protagonizado el mercado del arte en general y este tipo de eventos en particular se han convertido, de cara al coleccionista y/o inversor en arte, en plazas donde la feria adquiere un concepto más avanzado; como es el de una marca en el que el prestigio y calidad del propio evento garantiza la compra realizada. Es así como se ha logrado alcanzar que ferias de antigüedades, como las celebrada en IFEMA en Madrid representen, gracias a la calidad de las obras expuestas y a la supervisión del Comité de Expertos, que revisa las obras previamente a la inauguración del certamen, una seguridad en la compra de las piezas expuestas.
El crecimiento exhibido por las ferias en los últimos años, con éxitos continuos de asistencia y ventas, distingue a las ferias de arte como foros principales de compra y venta de obras, que además suponen un punto de reunión de amantes del arte atraídos por la calidad de las obras y el divertimento que la feria despliega.
Ana Vico Belmonte
UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS
Directora del Máster Universitario en Gestión del Mercado del Arte
Fotografía: Ángela R. Cupeiro