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03 julio 2019

Los nuevos riesgos de las ciudades inteligentes

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El concepto de smart city, hacia el que se encaminan las ciudades más avanzadas del mundo, conlleva grandes ventajas, pero también nuevos riesgos y amenazas que es necesario afrontar. Lola Ripollés, de EAE Business School, afirma que en las ciudades inteligentes “las nuevas tecnologías están siendo integradas con otras viejas que pueden ser vulnerables”. Concepción Moreno, de la Fundación EOI, señala que en estas urbes “los fallos accidentales o provocados de los sistemas pueden tener una gran repercusión sobre el tráfico, las infraestructuras, los servicios municipales y la privacidad de las personas”. Y Borja Adsuara, experto en Derecho, Estrategia y Comunicación Digital, afirma que “cuanta mayor es la dependencia de la tecnología, mayores son los riesgos”. Entre las localidades españolas más avanzadas en este ámbito, destacan Valencia, Málaga y Mataró, cuyos responsables también nos han dado su opinión.

Lola Ripollés, profesora de EAE Business School, advierte que “muchas ciudades están implantando nuevas soluciones sin probar previamente su ciberseguridad”. Y Borja Adsuara, experto en Derecho, Estrategia y Comunicación Digital, afirma que “cuanta mayor es la dependencia de la tecnología, mayores son los riesgos de seguridad personal, familiar, de las empresas, de las administraciones públicas, de las infraestructuras críticas y de la seguridad nacional”.

Ramón Ferri, jefe de la Oficina de Ciudad Inteligente del Ayuntamiento de Valencia, explica que “los principales riesgos de las ciudades inteligentes vendrán inherentes al uso de tecnologías emergentes, tanto en seguridad como en privacidad”. Y afirma que “la seguridad en la infraestructura de conectividad y, sobre todo, en el despliegue de los dispositivos de internet de las cosas está todavía por desarrollar de forma integral”.

David Bueno, CIO del Ayuntamiento de Málaga y gerente del Centro Municipal de Informática, relata que una de las tendencias actuales es la de sensorizar las ciudades, poner dispositivos IOT (Internet Of Things) para supervisar y controlar una gran cantidad de elementos. “La alegría llega cuando se puede controlar la ciudad con video vigilancia, o consultar/modificar el estado de sensores. Pero si estas soluciones no tienen incluido en el diseño la seguridad como objetivo principal, esa felicidad inicial pueda verse truncada.  

Finalmente, Antonio Merino, gerente del Ayuntamiento de Mataró, apunta que los riesgos de las smart cities son bastante complejos. “Por ejemplo, tienen que ver también con amenazas naturales derivadas del cambio climático, con la falta de capacidad de algunas infraestructuras y con problemas vinculados a la salud de los habitantes”. Y, evidentemente, entre los grandes riesgos destaca “un posible fallo o hackeo de los sistemas tecnológicos que regulan los semáforos, la iluminación pública, etc.”

Merino indica que “para evitar el riesgo de los hackers, en algunas ciudades están empezando a crearse sistemas de resilencia urbana, que consisten en intentar estresar los diferentes sistemas e infraestructuras para conocer su capacidad máxima y los riesgos que pueden asociarse a ella”. Y añade que para minimizar los riesgos en movilidad y los accidentes de tráfico, se están utilizando sistemas de regulación del tránsito. “Nuestra policía, por ejemplo, está aplicando un sistema de simulación en tiempo real para identificar posibles amenazas y reconducir la circulación, identificando vías más rápidas o zonas de aparcamiento disponibles”.

Ramón Ferri aclara que para evitar los problemas de privacidad de las personas “se está avanzando rápidamente en la legislación europea y española que salvaguarde dichos derechos, pero todavía queda mucho por hacer en este ámbito". Y David Bueno advierte de que en las smart cities, “si se tienen fallos como dejar las contraseñas por defecto de los dispositivos o no encriptar las comunicaciones podrían producirse accesos no deseados y un tercero podría, por ejemplo, tomar el control del alumbrado o de las cámaras de videovigilancia”.

Lola Ripollés se refiere al desarrollo de sistemas de control industrial, como los de tipo SCADA (Supervisión, Control y Adquisición de Datos), utilizados para gestionar y vigilar a distancia complejos procesos industriales como la generación de energía eléctrica y el tratamiento de aguas residuales. Y advierte de que “las vulnerabilidades de dichos sistemas abren la puerta de las infraestructuras físicas a posibles ciberataques que pueden interrumpir servicios esenciales para millones de personas”.

Concepción Moreno, de la Fundación EOI (Escuela de Organización Industrial) indica que “si no están equilibrados los intereses del sector privado con el sector público y las necesidades reales de la ciudad, hay un riesgo claro de que el proceso de transformación urbana no sirva para mejorar la vida de los ciudadanos o lo haga sólo para algunos sectores de población”. Y añade que “un riesgo presente en las smart cities es generar un desarrollo urbano excesivamente orientado al desarrollo de negocios”.

Como concluye Borja Adsuara, “no existe la seguridad al 100%, ni en internet ni en el entorno físico, pero hay que intentar alcanzar una seguridad tecnológica razonable”. Y añade que “donde no llega la seguridad tecnológica, es necesario tener una seguridad jurídica con normas que determinen la responsabilidad y permitan la persecución de quienes realicen actos ilegales”.