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Fecha de publicación
10 diciembre 2025

César Pérez (APICI): Más del 30% de los fallos en protección contra incendios se debe a falta de mantenimiento

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5 min.
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Entre un 30 y un 40% de los fallos en protección contra incendios tienen como causa directa la ausencia de un mantenimiento adecuado, como apunta César Pérez, miembro de la junta directiva de APICI, que señala la importancia del mantenimiento de los sistemas, los principales puntos de inspección, y las industrias que tienen características especiales y necesidades específicas.

¿Qué importancia tiene el mantenimiento en los sistemas de protección contra incendios?

El mantenimiento es el factor que asegura que un sistema de protección contra incendios cumpla su función en el momento decisivo. No basta con un diseño conforme al DB-SI, al RIPCI o a normas como la UNE 23007-14: si los equipos no reciben un seguimiento periódico, las garantías de protección se reducen de manera drástica. Un detector, una BIE o una válvula de rociadores que no se revisan pueden fallar cuando más se necesitan, anulando la inversión y poniendo en riesgo vidas y bienes.  

Por ello, el mantenimiento no debe entenderse como un trámite burocrático, sino como la extensión natural del proyecto. Además, desde la fase de diseño es necesario prever las actividades de mantenimiento, anticipando limitaciones de acceso, riesgos laborales asociados o condiciones ambientales que puedan acelerar el desgaste de los equipos.

¿Cuáles son los principales puntos de inspección y mantenimiento?

El RIPCI y las normas UNE marcan protocolos claros para garantizar la operatividad de los sistemas. Entre los puntos esenciales destacan la inspección visual y limpieza de detectores, pulsadores, sirenas, equipos de control y sistemas de extinción; la comprobación de alimentaciones eléctricas, cargadores y baterías; la verificación de presiones, caudales y estanqueidad en instalaciones hidráulicas; las pruebas de sensibilidad y transporte de humo en sistemas de aspiración; la comprobación de la comunicación con centrales de alarma y sistemas externos; y la ejecución de pruebas funcionales y registros documentados en el libro de mantenimiento.

Estas tareas, además de ejecutarse con rigor técnico, deben estar previstas en el diseño inicial de la instalación: accesibilidad a los equipos, seguridad para los operarios y minimización del impacto en la actividad del edificio o industria. 

¿En qué ámbitos o industrias este mantenimiento puede tener características especiales o necesidades específicas?

Existen sectores donde el mantenimiento requiere protocolos más exigentes. Por ejemplo, en los centros de proceso de datos (CPD), donde la continuidad operativa obliga a planificar intervenciones sin afectar a la actividad crítica. En la industria química y petroquímica: en entornos ATEX, con atmósferas explosivas, los trabajos de mantenimiento deben cumplir protocolos de seguridad reforzados. En la industria alimentaria y logística de frío, donde las bajas temperaturas y la humedad generan desgaste adicional y limitaciones de acceso a los equipos. Y en el patrimonio histórico y la edificación singular, donde el mantenimiento debe ser compatible con la conservación arquitectónica y estética.

En todos estos casos, prever desde el diseño las condiciones de acceso, los riesgos laborales asociados y los métodos de intervención es clave para asegurar la eficacia de las operaciones.

¿Cuántos accidentes se podrían evitar con un adecuado mantenimiento de los sistemas?

Los estudios internacionales coinciden en que una parte significativa de los incendios con consecuencias graves se produce por sistemas inoperativos o mal mantenidos. La NFPA (National Fire Protection Association) estima que entre un 30% y un 40% de los fallos en protección contra incendios tienen como causa directa la ausencia de un mantenimiento adecuado.

¿Puede el mantenimiento devolver a una instalación las garantías de una instalación nueva?

El mantenimiento no se debe limitar a las inspecciones rutinarias, sino que debe incluir las mismas verificaciones funcionales y de seguridad que se llevaron a cabo durante la puesta en marcha inicial de la instalación. En los días posteriores a la entrega de un sistema, se realizan ajustes de sensibilidad, pruebas de transmisión de señales, comprobaciones de caudales y presiones, y ensayos de integración con otros subsistemas. Estas mismas operaciones han de repetirse de forma periódica a lo largo de la vida útil de la instalación.

Además, el mantenimiento incorpora acciones destinadas a compensar el envejecimiento natural de los equipos: sustitución de componentes, limpieza de detectores, recalibración de sensores o verificación de elementos mecánicos sometidos a desgaste. De este modo, tras una revisión completa y correctamente documentada, la instalación recupera unas garantías de operatividad equivalentes a las de una instalación nueva.

La consecuencia directa es clara: un programa de mantenimiento bien gestionado permite renovar las prestaciones del sistema por una fracción del coste de una nueva instalación. Esta visión transforma el mantenimiento en una estrategia de ahorro y sostenibilidad, que prolonga la vida útil de los sistemas, optimiza la inversión inicial y garantiza una protección eficaz sin necesidad de acometer reemplazos prematuros.