

Cómo asegurar la protección contra incendios en centros de tratamiento de residuos

CEPREVEN da las claves para evitar cualquier siniestro provocado por el fuego en instalaciones de tratamientos de residuos (CTR).
La protección activa contra incendios en centros de tratamiento de residuos (CTR) debe surgir de una evaluación de riesgos que contemple, entre otras cosas, la cantidad de residuo, sus características de peligrosidad o la forma de almacenamiento, según el nuevo documento de CEPREVEN.
El nuevo documento “DT 65 Especificaciones para la protección contra incendios en centros de tratamiento de residuos”, de CEPREVEN, explica las medidas que se deben tener en cuenta para proteger este tipo de instalaciones, cuyo objeto es agrupar cargas, habitualmente procedentes de la recogida a los productores de residuos, y enviarlas a su tratamiento. Además, pueden realizar operaciones asociadas, por ejemplo, compactación y trituración. Los puntos limpios no cumplen esta función y, por tanto, quedan fuera del alcance de este capítulo.
Los CTR reciben residuos peligrosos con distintas características y procedencias, que agrupan en un mismo palet o envase, una operación que puede suponer la mezcla de líquidos compatibles. Una vez acumuladas cantidades suficientes para completar las cargas se envían a otras instalaciones de tratamiento autorizadas para residuos específicos. Los residuos peligrosos son una categoría que incluyen, por un lado, artículos que han llegado al final de su vida útil (baterías de plomo, litio, o residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, entre otros) o envases que son clasificados como peligrosos por su contenido en alguna sustancia conocida. Y, por otro lado, residuos peligrosos con composición menos evidente, como por ejemplo aceites, disolventes o determinados residuos con base acuosa, sobre los que puede ser necesario realizar pruebas para confirmar su tratamiento posterior.
Recomendaciones de protección activa
El nuevo documento de CEPREVEN contiene una serie de recomendaciones para este tipo de centros, tanto operacionales como de protección en su construcción, de protección activa contra incendios, y para la intervención en caso de siniestro. Al igual que para los sistemas de protección constructivos, considera que el nuevo Reglamento de Almacenamiento de Productos Químicos e Instrucciones (RAPQ), aunque no es de aplicación al sector de residuos, ofrece consignas adecuadas para la implementación de sistemas de protección activa. Y en este ámbito, apunta que “la necesidad de la protección debe surgir de una evaluación de riesgos que contemple, entre otras cosas, la cantidad de residuo, sus características de peligrosidad, o la forma de almacenamiento”.
En términos generales, se debe analizar la necesidad de “una red específica de protección contra incendios, sistemas de detección adecuados al riesgo protegido, sistemas de extinción automática, y un estudio ATEX de las zonas con presencia de residuos susceptibles de producir atmósferas explosivas”. En el primer caso, se trata de “un abastecimiento de agua formado por un grupo de bombeo y reserva de agua, y red de hidrantes con cobertura según el RSCIEI y el RIPCI”.
En cuanto a los sistemas de detección adecuados al riesgo protegido, “en aquellos casos en los que el residuo sea susceptible de provocar incendios de desarrollo muy rápido (productos inflamables) es conveniente utilizar detección de llama o cámara de video-detección térmica”. Este tipo de sistemas puede utilizarse tanto en interior como en exterior. Donde sea esperable un desarrollo más lento, en interiores, pueden instalarse sistemas con tecnología de detección de humos. Y, por otra parte, apunta la necesidad de “instalación de pulsadores manuales de alarma, tanto en interiores como en exteriores”.
Sistemas de extinción automática
En relación a los sistemas de extinción automática, se consideran imprescindibles en todo almacenamiento de residuo inflamable en interior de más de 2,7 metros de altura. “Conseguir un sistema de extinción eficiente depende de muchos factores: tipo de producto, tipo y volumen de contenedor, configuración de almacenaje (tipo de almacenamiento, altura de apilamiento…)”. Para el diseño del sistema es imprescindible basarse en un estándar de reconocido prestigio. “NFPA 30 ofrece un amplio abanico de soluciones para diferentes configuraciones de almacenaje de productos inflamables, basadas en rociadores”. Por su parte, las soluciones basadas en espuma de alta expansión pueden ser adecuadas, aunque hay que tener en cuenta las limitaciones de las distintas normas en relación con la protección de solventes polares, o con la altura de instalación de los generadores. “Estas circunstancias pueden dar lugar a una mayor destrucción de la espuma, que requeriría un factor de compensación. Estándares como NFPA 11, UNE-EN 13565-2, o APSAD R12 se consideran adecuados para el diseño”.
A la hora de establecer los medios de protección contra incendios, manuales o automáticos, se debe considerar que determinados residuos pueden ser reactivos con el agua. “Estos residuos deberían almacenarse de forma separada, y si fuera necesario por razón de su volumen, considerar sistemas de extinción basados en polvo o agentes gaseosos”.
Finalmente, el documento se refiere al estudio ATEX de las zonas con presencia de residuos susceptibles de producir atmósferas explosivas. “Un listado no exhaustivo de estas zonas puede ser el siguiente: áreas de almacenamiento, zonas de carga/descarga, las inmediaciones de bombas de trasiego de inflamables, o las zonas de reenvasado de productos”. El estudio considerará la fuga o derrame previsibles, y junto con las circunstancias de ventilación, clasificará la zona en un determinado radio respecto al punto de fuga. Los equipos que se utilicen en esas zonas serán compatibles con el tipo de zona ATEX definida.
La implantación de estas medidas puede considerarse favorablemente para incrementar la capacidad de almacenaje o reducir distancias de seguridad entre distintas zonas.