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26 abril 2024

Conservación de la pintura colonial

Autor
Celia Bolaño Carrasco
Tiempo de lectura
4 min.
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Particularidades de la pintura de la escuela colonial

Algunas de las mejores y más interesantes pinturas coloniales hispanoamericanas son anónimas, a diferencia de lo que sucede en el arte europeo de la Edad Moderna.

Esta se trata de una de las principales singularidades, pero cabe destacar otras relevantes: la pintura colonial presenta una temática muy singular y destaca por su creatividad iconográfica (con invenciones temáticas como los arcángeles con arcabuces del virreinato de Perú).

El arte colonial y el europeo también se diferencian en el empleo de materiales y técnicas distintas y existen diferencias de carácter estilístico que, en muchos casos, son difíciles de definir, pero que en su conjunto hacen que una obra sea reconocida como hispanoamericana (Alcalá et al., 2014: 16-24).

Podemos encontrarnos ante una pintura colonial cuyo estado de conservación sea deficiente, ya sea porque presente faltas de capa pictórica y/o deformaciones en el soporte, el lienzo esté destensado, etc. Lo habitual es que este deterioro sea consecuencia de las variaciones ambientales a las que ha estado sometida la pieza y a una incorrecta manipulación de la misma. Los materiales que conforman la obra son orgánicos e higroscópicos, por lo que son sensibles a las variaciones ambientales como la luz, la humedad, la temperatura y los gases contaminantes.

Recomendaciones para garantizar su conservación

Con el fin de evitar un mayor deterioro de la pieza se contemplan una serie de medidas y estrategias para prevenir los procesos de alteración que conllevan su destrucción. El campo de actuación debe centrarse en el control de las condiciones ambientales (temperatura, humedad relativa y contaminación), la iluminación y la correcta manipulación.

Es importante evitar fluctuaciones de humedad y temperatura porque cualquier cambio brusco puede generar fuertes tensiones de contracción y dilatación en los materiales. Las condiciones teóricamente ideales se podrían fijar entre un 45 % y un 65 % de humedad relativa (para evitar la respuesta de los materiales orgánicos higroscópicos ante las oscilaciones de la HR del aire y la proliferación de microorganismos). En cuanto a la temperatura, el rango óptimo se sitúa en 18 °C más-menos 2 °C (Calvo, 1997: 118). Estos rangos de HR y de temperatura deben mantenerse las veinticuatro horas del día y en todas las estaciones del año.

Respecto a la iluminación, si bien es cierto que tiene que haber una correcta visibilidad para apreciar la obra, se debe tener en cuenta su sensibilidad a la luz. Esta genera un efecto dañino acumulativo, por lo que se recomienda evitar la luz directa del sol y el uso de lámparas LED de luz blanca. Este tipo de lámparas no generan calor ni emiten radiación ultravioleta ni infrarrojos y proporcionan una buena reproducción cromática de la pintura.

Es recomendable tener especial cuidado con la manipulación del bien cultural, puesto que es una de las principales causas de daños. No está de más contar con medidas de seguridad como barreras físicas que establezcan límites con el espectador y protejan el objeto.

Celia Bolaño Carrasco

Referencias bibliográficas

  • Alcalá, L., Brown, J., Cuadriello, J., Douglas, E., Katzew, I., Okada, H., y Wuffarden, E. (2014). Pintura en Hispanoamérica: 1550-1820. Ediciones El Viso.
  • Calvo, A. (1997). Conservación y restauración. Materiales, técnicas y procedimientos. De la A a la Z. Ediciones del Serbal.